Edificio saludable. Nueve objetivos. Espacios pensados para contribuir a la salud de sus habitantes.
Elementos como la contaminación del aire interior, el moho, una temperatura interior inadecuada o la falta de higiene, son factores relacionados con la salud, y con la calidad de los edificios.
De media, las personas pasan el 90% del tiempo en interiores, ya sea en los hogares, lugares de trabajo, escuelas o espacios públicos. Se calcula que aproximadamente 2/3 de ese tiempo se pasan en el hogar.
Conseguir que los espacios donde vivimos o trabajamos sean más saludables no tiene por qué ser tan exigente como a veces creemos.
Tal y como se describe en este trabajo, cada uno de estos elementos puede afectar muy negativamente a la salud si no se les presta la atención debida en la propia vivienda o centro de trabajo.
La exposición a los contaminantes del aire en interiores se ha relacionado repetidamente con el asma, alergias, bronquitis y enfermedad pulmonar obstructiva crónica.
Los ambientes interiores demasiado cálidos, afectan el estado de ánimo, la frecuencia cardíaca, los síntomas respiratorios y la sensación de fatiga.
La humedad, y en concreto el moho, es muy perjudicial especialmente entre las personas más vulnerables (los bebés, los niños, los ancianos y las personas con el sistema inmunológico comprometido).
La exposición al moho se ha asociado con la neumonitis por hipersensibilidad, la rinitis alérgica, el eczema, el síndrome del moho tóxico, la bronquitis y el desarrollo de tumores pulmonares.
Los ácaros del polvo son plagas microscópicas que se alimentan de las células de la piel humana y animal desprendidas, y que normalmente se introducen en la ropa de cama, los colchones y los tapizados de los muebles.
Aunque los ácaros del polvo no muerden ni pican, sus heces y partes del cuerpo crean un alérgeno nocivo que puede tener un impacto dramático en la salud humana. Los ácaros se han asociado también con el asma, respuestas inmunológicas como la rinitis alérgica (fiebre del heno), y reacciones alérgicas que van desde síntomas leves, como moqueo y ojos llorosos, hasta respuestas más graves, como ataques de asma.
Los insectos, como las cucarachas, también pueden introducir alergenos perjudiciales para la salud. Los pesticidas para matar insectos tampoco son parte de la solución, ya que pueden contener tóxicos también dañinos para la salud.
Por otro lado, el ruido ambiental está considerado como el segundo factor de riesgo ambiental en Europa.
Los principales efectos para la salud son molestia, calidad del sueño, efectos metabólicos, cardiovasculares y peor desarrollo cognitivo de los niños.
Otro elemento como la iluminación de los edificios, es también esencial para una buena salud.
El sistema circadiano desempeña un papel fundamental en la regulación de muchos aspectos de nuestra fisiología, metabolismo y comportamiento, como la regulación hormonal, los ciclos de sueño y vigilia, el estado de ánimo, los patrones de rendimiento, la función inmunitaria y la función reproductiva.
Todos estos datos se extraen del estudio elaborado por un equipo multidisciplinar de expertos y expertas del Programa de edificios Saludables de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, e incluye una lista de 9 elementos fundamentales que deben tener los edificios para que sean lugares saludables.
Puedes descargarte el estudio en este enlace: “The 9 Foundations of a Healthy Buildings” (Ver imagen inicial).
Teniendo en cuenta todos factores que influyen en nuestra salud, En este post «Edificio saludable. Nueve objetivos» resumimos los 9 objetivos de los edificios saludables:
1) Ventilación: filtrar el aire exterior y recirculado con una eficiencia mínima de eliminación del 75% para todas las fracciones de tamaño de partícula, incluida la nano. Cuanto más aire fresco, más saludable es el espacio
2) Calidad del aire: mantener los niveles de humedad entre el 30-60% para reducir los problemas de olor.
3) Calidad del agua: testear la calidad del agua frecuentemente e instalar sistemas de purificación del agua para eliminar contaminantes, si es necesario. Evitar el estancamiento en las tuberías.
4) Salud térmica: cumplir las normas mínimas de confort térmico en cuanto a temperatura y humedad. Proporcionar un control térmico a nivel individual.
5) Polvo y plagas: Utilizar aspiradoras con filtros de alta eficiencia y limpiar las superficies con regularidad. Quitarse los zapatos en la puerta para limitar la entrada de suciedad. Sellar los puntos de entrada, evitar la acumulación de humedad y retirara regularmente la basura. Evitar el uso de pesticidas.
6) Iluminación y vistas: proporcionar la mayor cantidad posible de luz diurna y/o iluminación enriquecida con azul de alta intensidad. Intentar proporcionar espacios de visión directa a las ventanas exteriores desde todos los puestos de trabajo. Incorporar para los interiores el diseño inspirado en la naturaleza.
7) Ruido: protegerse de los ruidos exteriores y controlar los ruidos en el interior. Proporcionar espacios que minimicen el ruido de fondo a 35db.
8) Humedad: evitar la acumulación de humedad o moho mediante inspecciones periódicas de tejados, tuberías, techos y equipos de climatización. Cuando se detecte humedad o moho, solucionar inmediatamente mediante secado o sustituir los materiales contaminados.
9) Seguridad: asegurase de cumplir las normas de seguridad y de monóxido de carbono, Proporcionar una iluminación adecuada. Mantener un plan de acción de emergencia.
La mayoría son pequeñas modificaciones que, incorporados en nuestros hábitos y rutinas pueden contribuir enormemente a la mejora de nuestra salud y bienestar. No cabe duda que un edificio saludable cumple estos 9 objetivos.
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